En esta temporada me gusta más el Liquen prosista. Quizá porque estoy más necesitada de humor que de emoción. Aunque a los dos se les reconoce por su estilo líquido, no solo por escribir con minúscula tras el punto y otras formalidades así. También por su aparente ligereza temática, pues el motivo argumental -en verso y prosa- suele ser banal, su desarrollo incoherente y falsamente coloquial. Y lo de menos es que el narrador o el "yo poético" sea el propio u otro.
Ese estilo -antaño lo hubieran cotejado de batiburrillo por sus enemigos- está incurso en la onda posmoderna, que ahora tan fácil, a algunas, nos resulta de leer. Pero mientras otros practicantes del post post se esmeran en lo formal sin -en los más de los casos- un mal tema que desayunarse, Liquen ofrece personajes, situaciones y moralejas que conforman su obra como un continuo descubrimiento de las sopas de ajo por caminos increíbles. Qué fácil parece y qué difícil es encontrar obras así.
Bueno, pues a lo que vamos, este jueves a las 8 de la tarde:
Andrea Alonso presentará el acto, si le dejan entrar en Zaragoza (su coche se llama Toledo). Se rumorea que traerá viandas del país vecino y que el vino será de la tierra.
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